El FUKUSABURU
  Capítulo 3.
 
Capítulo 3. El sindicato de villanos. 
PARTE 1. JUZGAR UN LIBRO.
“Fat bottomed girls- Queen”.



“Todos los días 5 de cada més”. Sala 4C en el pabellón cultural, entre las clases de gimnasia para jubilados y los cursos de cerámica y artesanía bielorrusa.
Una premisa fundamental para ganarte el respeto de tus colegas villanos es ser miembro de la milenaria, legendaria y secretisima orden del sindicato de villanos. El hecho de que dicha orden hubiese sido creada solo hacía 7 meses no impedía que fuese milenaria y legendaria. En cuanto a lo de secretisima, bueno, que nadie se interesase por nosotros ayudaba algo.
Y hoy era día 5 así que allí estaba yo. Frente a una puerta con una hoja de libreta pegada en la que alguien había escrito a boli. “Sala 4C”. Tambien conocida como la sagrada puerta, selladora de los impuros, retén de los traidores y guardiana imbuida del poder de Bel Oshamroth demonio rey de los cuatro planos infernales. (por lo menos de 8 a 9 todos los días 5 de cada mes).
Piqué. Tres golpes cortos, una pausa, un golpe largo. La sagrada puerta, selladora de los impuros, retén de los traidores y guardiana imbuida del poder de Bel Oshamroth demonio rey de los cuatro planes infernales, se abrió un poco. En el pequeño hueco pude ver la cara simiesca de Rodrigo ( el guardían de la puerta).
-Contraseña- exigió timidamente.
Vacilé. El problema de las reuniones mensuales es que la contraseña tenía tendencia a olvidarseme.
- Tres eran tres los… esto, …, Rodrigo abreme hombre, soy yo.
Los ojos de Rodrigo se convirtieron en dos rendijas oscuras. El problema con Rodrigo es que formaba parte del grupo de villanos que lo son más que nada porque tienen un aspecto raro. Y claro, luego la gente, especialmente los pueblerinos, tiene cierta tendencia a correr detrás de ellos agitando antorchas. Porque todo el mundo sabe que la mejor forma de mantener calmado a un monstruo potencialmente muy destructivo es gritar mucho, tirarle piedras y agitar fuego frente a él. Sobre todo cuando este tipo es alguien con un coeficiente intelectual de 170 que hubiera podido dar clases de mecanica avanzada a Albert Einstein.
-Contraseña- repitió casi pidiendome disculpas..
Me paré a pensar. Rodrigo era un buen tipo. Sus labios dijeron tres cerditos.
-…tres cerditos- dije.
- Correcto, puedes pasar, tengo que engrasar la puerta, mañana llueve, la presión es de 34 kilopascales y la humedad relativa es del 60% por ciento. ¿sabes que eso no quiere decir que hay un 60 % de agua sino que la relacion entre las presiones de vapor del agua y del aire es de 0,6?.
-Pues no…- Rodrigo siempre tenía cosas así, era un experto en sabias que…
Me puse a pensar en la historia de “Rodrigo, el monstruo horrendo”.
El pobre muchacho-monstruo había nacido en una región apartada del centro de Asturias. Bueno, si algunos de los habitantes de esa región me oyesen llamarla región apartada no dudarían ni un momento en tirarme a la cabeza lo que tuviesen más a mano como pudiera ser una hoz, un horreo o un oso. Los antiguos escritos llamaron a esa región Soto de Agues. que traducido al castellano viene a significar “soto de agues”. Su madre no era originaria de la región sino que era una hippie holandesa que pretendía reconciliarse con la naturaleza en el cercano parque natural de Redes.
Su padre era Adolfo Hitler, celebre estadista alemán, sobre todo en la epoca comprendida entre 1939 y 1945. Adolfo había tenido que huir de su pais por temas que no trataré aquí pero el caso es que encontró refugio en la apartada Asturias. Parece ser que tenía amigos en el gobierno español de la época. Al parecer el tal Adolfo tenía una especie de fijación con la pureza de la raza y esas cosas así que utilizó el oro de sus amigos, al menos el que no le había robado Clint Eastwood, para crearse un superlaboratorio en lo profundo de un valle conocido como Caliao. En dicho laboratorio trabajaba incansablemente en busca de una formula para lograr el superhombre o algo así.
Al parecer debía ser un tipo cruel porque decidió experimentar con su propia mujer holandesa y lo que él creía que era la especie más pura del planeta: el mono Gibón de cola blanca.
El resultado fue mi amigo Rodrigo, (un niño “un poco” más peludo de lo normal y con rasgos no del todo humanos), el cual fue inmediatamente repudiado junto a su madre y abandonado por su padrastro Adolfo. Los echó a la calle a los dos y los abandonó a su suerte. Ni Rodrigo ni su madre volvieron a saber nada de él. Al parecer existe un plan reciente del gobierno para destruir la base de Adolfo inundando el valle donde se asienta. No hay ni que decir que el sindicato de villanos no va a mover ni un dedo para ayudarle. No es la clase de villano que nos gusta tener por aqui.
En cuanto a Rodrigo y su madre, hay que confesar que no tuvieron demasiada suerte. Su madre porque al verse abandonada y en la calle decidió comerse un bote de matarratas y se murió. Y Rodrigo porque de repente y porrazo se quedó huerfano.
Fue acogido por una organización que tal vez ustedes conozcan. Los niños de San Idelfonso.
La infancia de mi amigo no fue facil. Los otros niños solian meterse con él y cuando el pobre Rodrigo tenía suerte, utilizarlo como bestia de carga para alguna travesura suicida. El status del muchacho estaba un peldaño por debajo del niño de los zapatos ortopédicos que olía mal y de la niña gorda con obsesión por las chocolatinas semiderretidas entre sus dedos regordetes. Con lo que debería mencionar que hoy día ese niño que olía mal y de zapatos ortopedicos ha diseñado una especie de chip minusculo que le ha hecho colocarse entre los 10 más ricos del pais. La niña un buen día pegó el estirón y descubrió que desarrollarse excesivamente en ciertos puntos puede ser muy positivo para una mujer. Sobre todo cuando se es la pareja de Flavio Briatore.
Quien sabe, tal vez a Rodrigo le hubiese pasado igual, podría haber llegado a ser jugador de baloncesto o de rugby o boxeador y se hubiese hecho de oro. Tal vez. Pero solo tal vez. Porque mi amigo Rodrigo se enamoró. Ella llevaba coletas, era popular y parecía un angel. Interiormente era una arpía, tenía en vez de corazón un tempano de hielo y disfrutaba haciendo daño a animalitos pequeños.
Pero mi amigo no lo sabía. Solo sabía que ante sí tenía algo bello que amar. Así que un buen día urdió un maravilloso plan para declararse a su amada. Creó un poema de belleza sin precedentes y decidió que el mejor día para leerselo era el día del gordo de Navidad.
Por supuesto Elisa, que asi era como se llamaba la chica, había sido escogida para cantar los numeros. Y allí estaba ella, encantada mirandose al espejo y deseosa de presumir ante toda España.
Y allí estaba él. Por razones que el director no había acabado de explicarle muy bien Rodrigo no cantaría los numeros, ni recogería las bolas ni siquiera saldría a escena junto a los bombos. Se encargaría de subir y bajar el telón.
Nervioso esperaba con la gran cuerda aferrada entre sus brazos mientras la pajarita le apretaba horrores.
Y entonces llegó el momento, hinchada de orgullo como un pez globo Elisa cantó el gordo, Rodrigo soltó la cuerda, el telón cayó y mi amigo cruzó el escenario a toda prisa, se plantó ante ella y le dijo: “te quiero, aquí tienes la poesía mas bella jamas escrita”. Ella ni siquiera le escuchó.
Alguien había vuelto a levantar apresuradamente el telón, justo a tiempo para ver como Elisa contaba a todo el pais que jamás saldría con un mono como él y que antes que siquiera imaginar que la tocara se arrancaría los ojos.
Y por un momento Rodrigo pudo haber hecho exactamente eso. Pero sin embargo se quedó alli plantado con cara de lelo y tras unos momentos se fue corriendo.
Desde entonces planea como dar su gran golpe durante la celebración del gordo de navidad. Mientras vive en un apartamento de alquiler abusivo porque la anciana dueña del piso cree que es un inmigrante.
A veces pienso que tal vez nosotros seamos unos villanos y querramos dominar el mundo, pero no rechazamos a nadie por tener un aspecto raro, al fin y al cabo es algo casi imprescindible para ser villano.
Y luego está la gente que con solo mirar a Rodrigo ya cree saberlo todo




 

SEGUNDA PARTE: Maquiavelo.

"Innuendo"- Queen



Dentro el mobiliario era deprimente. Varias sillas plegables frente a una tarima con un atril bastante desvencijado. Detrás de él había una pizarra en la que alguien había escrito con letras irregulares las palabras:
Temas de hoy:
Puesta al día de la cuota de los socios.
Elección de los nuevos uniformes de la liga del mal.
La conquista del mundo, planes varios.
Como siempre tomé asiento en una de las ultimas filas. Con un poco de suerte la hora pasaría deprisa y podría irme rapido.
Poco a poco las sillas fueron ocupandose hasta formar algo parecido a las manchas de un dálmata. Casi todos los villanos tienden a ser solitarios. Muchas veces no porque quieran sino porque nadie quiere juntarse con alguien que se pasa el día hablando de maltratar pequeños cobayas o poner en jaque al gobierno mediante un aparato de rayos W.
Frente a mi tenía una gran colección de capas, (la mayoría hechas con trozos viejos de cortinas) y algún que otro sombrero grotesco. Tambien tenía a Rodrigo y un poco más allá un tipo nuevo que no conocía. Era moreno, con el pelo ralo y ralla al medio peinado con gomina. Llevaba gafas de sol incluso allí dentro y vestía una ropa bastante normal, tejanos y un jersey gris sobre una camisa blanca. No me dio buena espina, sobre todo cuando se giró, echó un vistazo a los asistentes a la reunión y esbozó una sonrisa sarcastica.
Entonces fue cuando el presidente del sindicato se dirigió al atril. Vestía la antiquisima túnica de gran maestre que habíamos comprado hacía una semana. Era purpura y tenía esotéricos grabados por todas partes. No creo que fuesen mágicos pero lo parecían así que cumplian su proposito bastante bien. Además Gregorio no era ese tipo de villano. En realidad creo que no era malvado en absoluto. Sin la túnica no era más que un viejecito con el pelo canoso y una pequeña calva. No era delgado ni gordo, su piel era bastante morena, probablemente por haber trabajado toda su vida al aire libre y su rostro tenía esas arrugas de roble viejo que rodeaban unos ojos marrones simples y sinceros.
Punto por punto empezó a comentar los distintos temas del día. Probablemente fuese lo mismo de siempre, los discutiríamos y acabariamos dejando por perfeccionar los pequeños detalles para el proximo día, donde surgirían nuevos detalles y así sucesivamente. En realidad creo que Gregorio lo hacía a posta. Si un día ultimasemos nuestro plan se acabarían las reuniones y se volvería a quedar solo. Si, habríamos conquistado el mundo y él, como presidente, sería el amo y señor del universo. Pero seguiría solo.
Gregorio estaba en medio de una parrafada bastante larga sobre las ventajas y desventajas de usar los pasados de moda rayos de la muerte y se sumergía en las mansas aguas de tecnicismos como puede ser la frecuencia sónica necesaria para derribar a un superhéroe volando en una parabola a velocidad subsónica. Fue entonces cuando oí una voz. Estaba impregnada de cierto tono petulante e irónico. La primera vez no los supe apreciar, pero en realidad ese tono ocultaba algo más.
- Y todo esto hacia donde nos lleva?.
Había sido el nuevo quien había hablado. Gregorio se quedó perdido, los papeles que había en su atril decidieron volverse locos y el viejecito se hizo un lio. Entonces no lo entendí. El tipo solo había dicho unas pocas palabras y había producido ese efecto. Todo empezaba a volverse raro.
-Co...como?- acertó a decir.
-Digo, que ¿hacia donde nos lleva todo esto?. -el desconocido se había puesto en pie y avanzaba al atril, tan imparable como la Blitzkrieg- por lo que veo, anciano, todo esto que nos estas contando no son más que paparruchas de la vieja escuela. ¡Un rayo de la muerte!. JA!. De veras creeis que eso conduce hacia algún lugar?. - De repente su tono se volvió meloso- quiero preguntaros, ¿que habeis conseguido hasta ahora?.- no dejó tiempo a contestar- yo os lo diré. DESPRECIO. Nadie sabe que existimos. Incluso una rata crea más alarma social que nosotros. Hemos sido olvidados. -y dejó que la idea calase entre las perturbadas mentes de la media docena de los alli congregados.- ¡Pero aún no hemos sido vencidos!. Decidme, que quereis?, pasaros el día vegetando como este viejo fosil o ganaros algo de orgullo...
No sabría explicar muy bien que pasó a continuación. Pero aquel tio continuo hablando casi durante media hora más. Conforme hablaba podía apreciarse en las caras de los oyentes un sutil cambio. Ya no eran los inofensivos tipos que se dedicaban a tratar de dominar el mundo. Ahora lo odiaban. Sus dientes estaban apretados, sus ojos fijos en las manos del nuevo. Sus oidos atentos a cada palabra, a cada entonación. Cuando el orador sonaba enfurecido ellos se enfurecian, cuando les pedía unirse ellos eran los más antiguos hermanos. Empecé a asustarme un poco.
Gregorio había sido expulsado del atril y se había sentado junto a mi. Justo detrás de nosotros estaba Rodrigo. Nosotros parecíamos ser los únicos que no habíamos sido seducidos por el tipejo del bigotito.
-Este tipo no va a durar ni dos telediarios- dije.
- ¿Sabes que dijo D.F. Zanuck?.- dijo Rodrigo.
-¿Qué?- contesté
-"La televisión no podrá mantenerse mucho tiempo en el mercado, la gente pronto se cansara de pasar la tarde mirando un cajon".


 

 
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